martes, 16 de junio de 2009

Un 16 de Junio ...



... de 1955, aviones de la Armada hacían su bautismo de fuego masacrando civiles. Republicanos o católicos integristas dando lecciones de Civilidad y Nación a gente común, incorregibles que nunca quisieron aprender la lección sobre quién manda en este país.

Pasaron los años, la impunidad siguió siendo la base de la justicia de estas tierras.

Un 16 de Junio, pero de 2005, por primera vez un Presidente hablaba del asunto, pedía perdón en nombre del Estado argentino a las familias de las víctimas que por décadas no pudieron tener ni un poquito de Justicia. Abajo colocamos el texto de ese discurso, de ese ex-presidente que por primera vez en tantísimos años nos hizo sentir orgullo ajeno. Sencillito y claro


PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, NÉSTOR KIRCHNER, EN EL HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL BOMBARDEO DE 1955

Autoridades presentes; familiares; amigos; víctimas de ese lamentable 16 de junio: la verdad es que se me hace muy difícil poder hablar después de escuchar a nuestras dos queridas amigas que sintetizan la parte viva y doliente, pero real, de la historia argentina.

Cuando leí tu carta (le habla a Liliana Bacalja) sentí dolor y vergüenza, porque no es un presidente de una ideología, de un partido determinado, quien tendría que haber colocado en el lugar de la historia que merece el 16 de junio de 1955, porque es una piedra angular y un dolor muy grande de todos los argentinos. Cualquier presidente constitucional de todos los argentinos tenía la obligación política y moral de colocarlo en el lugar de la historia, de la memoria, de la justicia que correspondía. (Aplausos)

Pero nos han enseñado a justificar las cosas en la Argentina. Siempre en nombre de la unidad nacional, cualquier hecho que busca la memoria, la justicia y la verdad es un hecho que va contra la unidad de los argentinos. Les puedo asegurar con el corazón en la mano que no tengo ni odios, ni broncas, ni rencores; no soy así, no es mi personalidad esa, sí tengo convicciones, acertadas y equivocadas pero las tengo. (Aplausos)

Leí con mucha profundidad, escuché, analicé qué significaba este 16 de junio. También hay otro tema que los argentinos tenemos que asumir, muchas cosas nos pasaron porque hemos vivido con el miedo en la mano, a ver cómo sobrevivíamos cada uno de nosotros individualmente. Perdimos esa necesidad de conciencia colectiva que debe tener una sociedad para generar los anticuerpos necesarios para que ciertas cosas no pasen, permitimos que pasaran ciertas cosas.

El 16 de junio de 1955 no murieron solamente ciudadanos de un partido determinado, murieron argentinos, chicos que iban en colectivo, hombres y mujeres que por ahí salían a buscar trabajo, a encontrarse con sus familiares, que salían de almorzar; murieron argentinos que por allí estaban de acuerdo con los que tiraban las bombas. Pero la incomprensión, la intolerancia y la irracionalidad de quienes las tiraban ni siquiera ese tipo de cosas alcanzaban a medir, era tal la acción de odio que no importaba.

Defender una idea es algo glorioso, a mí me encanta la gente que tiene ideas y principios, defenderlas con la palabra, con la decisión, con la militancia, con la pasión, eso es lo que le hace falta profundamente a la Argentina. Pero tener la cobardía de defender las ideas y los conceptos con los aviones y las bombas que paga el pueblo, es algo absolutamente inaceptable e intolerable.

Sé que después puedo recibir algunas agudas críticas de aquellos que quieren justificar lo injustificable, pero en nombre tuyo y de todos los familiares que están acá, no como un circunstancial y temporal Presidente de los argentinos -que eso es lo bueno de la democracia, la alternancia, la convivencia, la posibilidad de pensar, de elegir, de debatir, de cambiar- sino como Presidente de los argentinos en todo su rol institucional, les quiero pedir perdón a las víctimas en nombre del Estado argentino, no en nombre de Néstor Kirchner. (Aplausos)

Les quiero ser sincero, si hablara como Néstor Kirchner estaría diciendo otras cosas, estoy hablando como Presidente de todos los argentinos. La vida no se alimenta de hipocresías, y lo que hago no es una hipocresía sino es asumir con todo respeto el rol formal que me dio todo el pueblo argentino, los que piensan como uno y los que no que no piensan como uno; pero los que piensan como uno y los que no piensan como uno estoy seguro que estamos tomados y abrazados para que estas cosas no sucedan nunca más.

Hoy el Ejército Argentino, nuestro Ejército, descubría una placa recordando a nueve granaderos que murieron ese día (Aplausos), nueve chicos jóvenes, como los del 76, la misma edad, las mismas ganas de vivir, de soñar y de pensar, que en su rol de granaderos honraron a la Nación defendiendo, no a un Presidente determinado, al Presidente votado por el pueblo argentino en esta Casa de Gobierno, haciendo respetar la Constitución. Son nueve granaderos, y por supuesto todos los que estuvieron con ellos en ese regimiento, que han honrado la Nación, y nosotros los argentinos lo reconocemos con total y absoluta claridad. Lo que ha hecho el Ejército Argentino es un acto de absoluta justicia y realmente me honra que tomen este tipo de determinaciones porque es reencontrarse con la historia y con su pueblo. Estas son las cosas que van a hacer encontrar el verdadero cauce institucional que esta Argentina merece.

Como dijo Estela venimos de una semana que es muy importante, porque las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que deshonraban la institucionalidad y la democracia en la Argentina, han sido declaradas inconstitucionales por una Corte independiente, con la que a veces uno coincide con las determinaciones y otras veces no, pero creo que los argentinos tenemos la tranquilidad hoy de que empiece a funcionar la institucionalidad. Espero que funcionen rápidamente todas las instituciones que componen la justicia, que funcionen la justicia y la memoria y que también se castigue la impunidad. Y que podamos determinar con absoluta claridad quiénes fueron los responsables de esa horrenda dictadura.

Costó mucho la lucha que llevaron las Madres, las Abuelas, los Hijos, los Hermanos de Plaza de Mayo. Como quienes cayeron en el 55 en la Plaza de Mayo y en tantos hechos aberrantes que nos tocaron vivir a los argentinos, tuvieron un reconocimiento, es un primer paso. Dios quiera que sigan alumbrando estos pasos para consolidar definitivamente a este país.

Este Salón Blanco fue escenario de cosas y de hechos que han colmado de dolor y han escandalizado a los argentinos. Colmado de dolor por las decisiones que se han tomado, no sólo en gobiernos de facto, sino lamentablemente en gobiernos constitucionales. Por eso en esta tarea de volver a emparentar a la Casa Rosada, en su globalidad, con su pueblo, casa que no pertenece a un gobierno circunstancial, sino al pueblo argentino, es una tarea que hace a la consolidación de una conciencia distinta. Es la casa de todos, la tenemos que honrar y cuidar todos, y tenemos que tratar que cada día entre más aire fresco aquí, porque de esa manera vamos a ir reencontrándonos con la institucionalidad y los argentinos unos con otros.

Dios quiera que nunca más tengamos que ver las horrendas imágenes que vimos en ese bombardeo, que cuando uno lo mira queda como un gesto de asombro y dolor, hasta el grado de la incomprensión, de cómo alguien puede llegar a tomar semejante decisión. Dios quiera que definitivamente en la Argentina, y estoy convencido, estos hechos nunca más se vuelvan a dar.

Nos estamos acercando al nunca más, porque el nunca más no puede ser una expresión voluntarista, tiene que ser una expresión que se vaya concretando. Nunca más sin sentido de venganza, sin sentido de odio, sin sentido de marginar a nadie de la construcción institucional de la Argentina. Nosotros, como generación golpeada por mil vicisitudes, total y absolutamente, venimos a buscar que los argentinos se puedan abrazar en la realidad, en la memoria, en la justicia, en la lucha contra la impunidad, sin hipocresías, porque eso fue lo que nos demoró durante tanto tiempo en encontrar el camino que necesitábamos caminar, andar.

Le agradezco a Estela profundamente que haya estado aquí, y a ti también te agradezco profundamente. Este es un hecho que une las realidades de la Argentina y que explica la historia. A todos vosotros los insto a seguir avanzando y a seguir creyendo que se puede construir un país distinto. Estas imágenes marcan que no nos podemos doblar, no somos ni magos ni Mandraque, pero tenemos la decisión y la profunda voluntad de cambiar, de no dejar de lado el atrevimiento y la capacidad transgresora.

No importa si nos dicen que somos maleducados, no importa si nos equivocamos con el protocolo, no importa si por allí decimos algunas cosas que preferirían callar en nombre de la supuesta convivencia estructural y formal, lo importante es que tengamos en claro la construcción del país que queremos, con justicia, honestidad, con inclusión, en la lucha contra la indigencia y la pobreza, la lucha por el empleo, la inversión, la industrialización del país. Por esto luchó toda esta gente que estaba en la Plaza de Mayo, muchos de ellos se incorporaban a la vida real, y por eso también luchó gran parte de la generación que sucumbió ante la irracionalidad, fundamentalmente a partir de 1976.

El compromiso es grande, pero tengamos confianza, tengamos alegría, construyamos el optimismo, que no nos hagan bajar los brazos, que no nos hagan perder el sentido de las utopías, que no perdamos el sentido de lo ético, que no tengamos miedo. Tengamos coraje y decisión, a cada error, corrijámoslo, nadie es infalible; nadie acierta en todo, seguramente nos equivocamos permanentemente, pero la capacidad de corrección y de tener convicciones y pelear apasionadamente por las cosas va a ayudar a que la Argentina pueda ser el país que estos héroes nos marcaron.

Quiero aprovechar este 16 de junio para reiterar que espero profundamente la unidad nacional de los argentinos, con pluralidad y consenso. Creo en la reconciliación con justicia y verdad, y creo en una sociedad mucho más equilibrada y más justa, con inclusión, y con posibilidades igualitarias para todos los argentinos.

-Alguien del público dice: “¡Presidente, Villa Lugano te sigue! (Aplausos)”

Las escuché y me han hecho correr las lágrimas. (Aplausos) Creo que son una lección de vida, Dios quiera que en la Argentina esa lección de vida sea tomada por todos. Las antinomias son un invento de aquellos que quieren el poder a espaldas de los argentinos; las antinomias las crean los intereses que nada tienen que ver los argentinos; las antinomias, de última, las crean las minorías que descreen de su propia patria. Nosotros queremos una gran avenida por la que marchemos todos tomados de la mano. (Aplausos) Muchísimas gracias.

El discurso: http://www.casarosada.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=4343&Itemid=71

La imagen: http://www.galeon.com/elortiba/1606imag.html

1 comentario:

Antares dijo...

la ancha avenida de la patria, que lindo eso...