viernes, 26 de septiembre de 2008

LHC o la Máquina de Dios

A pesar de ser tipos extraños, los científicos tienen sentido del humor. La "Máquina de Dios" se llama así por un viejo chiste de la comunidad de físicos "Y Dios dijo -sea el bosón de Higgs". El susodicho bosón, una partícula elemental, sería la última de las varias que existen, y que daría explicación a la masa, y por lo tanto, a todo lo existente. Por eso el chiste, por eso el nombre de esa máquina gigantesca. Su verdadero nombre es "Large Hadron Collider", y la sigla tiene un no se qué de una droga nueva (ya pensaron en que muchas drogas hoy en uso son productos de la química? Miren con otros ojos a los químicos: ellos inventaron el éxtasis, la cocaína, el LSD, las anfetaminas y etc).

El fierro costó unos buenos euros (unos 5 mil millones), un lujo que sólo un grupo de países ricos se puede dar. No tanto pensando en que el tal de bosón de Higgs valga lo que cuesta, sino por los innumerables desarrollos tecnológicos asociados al aparato; desde nuevos materiales hasta el tratamiento de las carradas de datos que el aparato generará (sabían que fue allí donde se inventó el sistema WorldWideWeb, o sea, Internet como la conocemos?). Sin contar con el gasto en obra pública, que es muy importante.

jueves, 25 de septiembre de 2008

"En cambio, en el Brasil de Lula..."

Imaginamos que ya deben haber escuchado la frase unas mil veces, poniendo a nuestro vecino y compañero como ejemplo de una izquierda que "entendió" y se porta bien: no pone nervioso al "mercado", no le saca dinero del bolsillo a los "del campo". Qué bueno es poder hablar de lo que otros no saben. Poder mentir a gusto. Mostrar que nuestra Argentina es el país donde la locura reina. Donde la riqueza es perseguida.

Por entregas voy a escribir sobre cómo es el Brasil de Lula, con la óptica de quien vivió de cerca la llegada a la presidencia del primer laburante en la historia de ese país.

Brasil es uno de los países más poblados de la Tierra: 190 millones de habitantes. Es un país donde la tasa de analfabetismo es muy alta, la expectativa de vida todavía baja (particularmente la masculina, por razones que comentaré luego), donde hasta hace poco, la clase D era la predominante. Los medios del Poder en Argentina dicen que "Lula hizo que los pobres pasen a ser clase media baja", palabras más o menos. Lo que es cierto es que la clase C pasó a ser mayoritaria, porque unos 4 millones de personas dejaron de ser muy pobres. La pobreza en Brasil se mide de manera diferente que en Argentina, por lo tanto, el concepto de "pobre" y "clase media" no son directamente comparables. Aquí serían considerados todavía "pobres". Pero eso no es lo importante. Lo que los medios aquí se "olvidan" de contar es que los programas de asistencia social directa (Bolsa Família y Bolsa Escola) alcanzan a 11 millones de personas (leyeron bien: ONCE). Al mismo tiempo, el Impuesto a los Ingresos Brutos es del 27 % para asalariados de nivel medio, y del 36 % para los de ingresos superiores (tipo un profesor universitario o un gerente). La gran prensa brasileña acostumbra decir de todo del compañero Lula. Suelen ensañarse con esas dos cuestiones: planes sociales para los pobres e impuestos para los de clase alta; que con eso arrían a los pobres para que los voten, que les sacan demasiado a "los que trabajan"... les suena conocido? A Lula se lo critica por lo mismo, y de la misma manera que a los Kirchner. Es el mismo discurso gorila, escrito en portugués.

En un rincón de Alcántara, un pueblito en la región costera de Maranhão, una mujer nos contó que recibía R$ 90 por mes del gobierno. Para nosotros serían $90, lo que uno se puede gastar en una buena camisa o pagando una cena. En esos lugares, 90 reales es mucha plata, y eso les permite a ese pueblo una vida un poco mejor. Muy modesta, pero que les da una pequeña seguridad mensual. Un barquero en Manaus contaba que los pobladores de la costa (ribeirinhos) ahora tenían luz eléctrica porque Lula había mandado conectar la energía para todos. No son medidas espectaculares, pero habla claro de la sensibilidad y visión de un Presidente que fue pobre, que pasó hambre, y que no se olvida.

Hace tiempos, el todavía presidente Fernando Henrique Cardoso decía que su comida preferida era la "buchada de boi", un plato popular del Nordeste brasileño. No parecía muy creíble. Al final, FHC, como es conocido, siempre mostró ser un tipo muy refinado. Un intelectual representativo de su clase. En cambio, Lula apareció alguna vez, ya presidente, sudado, enfundado en un jogging demasiado apretado, comiendo asado con un grupo de gente. Un verdadero presidente Nac&Pop. No hace creer que es popular. Lula es uno de ellos, es Pueblo.

domingo, 14 de septiembre de 2008

No fui a Bolivia...

...pero le pregunté a mi verdulera qué opinaba de Evo. La señora me miró, tratando de identificar por qué le estaba haciendo esa pregunta, me imagino que poco frecuente en este barrio de gorilas caceroleros. Cuando vio por dónde venía mi pregunta se fue soltando y me contó que en su tierra natal el "Presidente" le iba a dar a los viejitos una jubilación, y que había dispuesto que los mayores de 60 y menores de 15 años no pagaran para su atención en los hospitales, que no era como acá, su país desde hace 20 años. Y que "esos políticos" (los cívicos) eran unos egoístas que no pensaban en los ancianos. Simple, claro como el agua, como la propaganda del MAS (de allá). Uno se queda pensando en que hubo una Revolución así en Argentina, hace muchas décadas. Y un Perón y una Eva que viven en la memoria colectiva por cosas así. Sin dudas, Evo pasará a la Historia de su pueblo.

Una pequeña recomendación: lean "Jefazo", de Martín Sivak. Si lo consiguen, también "El asesinato de Juan José Torres", del mismo autor (Ediciones del Pensamiento Nacional-Colihue, 1998). Imprescindibles para entender un poquito más.

El mundo queda tan cerca

En una tira de Mafalda, Susanita leía los títulos del diario: aludían a la guerra de Vietnam, a enfrentamientos en África, a cruces entre la URSS y EEUU en las Naciones Unidas. Entonces Susanita dejaba caer el diario al piso, se desperezaba sobre su sillita y decía "Por suerte, el mundo queda tan, tan lejos".

“Si no actuamos ahora, dentro de treinta años podemos estar viendo documentales como los que vemos ahora sobre la caída de Salvador Allende”. Esas, dice el diario, han sido las palabras de Cristina Kirchner a su par chilena para convencerla de la necesidad de reunir a la UNASUR para respaldar al gobierno de Evo Morales. En los últimos años, hemos tenido el privilegio histórico de asistir a la conformación de un bloque regional sin antecedentes en Sudamérica. A su manera, cada uno de los líderes de este bloque tienen algo que los diferencia profundamente de sus antecesores: los gobiernos de Evo y Chávez representan la entrada en el Estado de sectores que nunca habían tenido acceso a él, Lugo y Correa sostienen ideas y modos de hacer política inéditos en sus países, los Kirchner han sabido reconfigurar la escena política después del ciclo de desguace del Estado comenzado por la dictadura del 76 y estallado en el 2001, y Lula simboliza una serie de cosas imposíbles de sintetizar en una frase. "Para los pobres en Brasil, si no es Lula no es nadie" me dice Vincent Vega, que conoce el paño.

Pero por muchos años, esto no fue así. Los intereses regionales se reducían a cuestiones bilaterales. Para la militancia, existía Cuba. América del Sur era algo intermitente, que aparecía en la discusión política cuando pasaba algo particularmente dramático. Las declaraciones de la militancia respecto de los sucesos en el exterior solían ser cosa de los troscos, y siempre con ese particular internacionalismo que los lleva a sentirse más identificados con un obrero francés o un estudiante de Praga que con un laburante latinoamericano. Hasta que apareció Chávez, de quien sabíamos muy poco al principio. Los medios de comunicación lo presentaban como un émulo de los carapintadas argentinos. Medida por medida, Chávez empezó a sorprendernos. Lula era candidato a presidente, una y otra vez, y perdía con neoliberales como Collor de Mello o con ilustres académicos integrados al establishment como Fernando Henrique Cardoso. En Ecuador había personajes como Bucaram y en Bolivia Estados Unidos elegía los integrantes del gabinete. Después del 2001, cuando el mundo tal como lo conocíamos dejó de existir, la región empezó a tomar un color político similar. En diciembre del año pasado, aún sin Lugo, escuché los discursos de los presidentes que habían venido afirmar el acta de fundación del Banco de Sur. Las intervenciones daban cuenta de que esta vez, los líderes están a la altura de lo que representan. Y aunque "el capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos" intenten hacernos caer pieza por pieza, esta vez podemos responder desde el todo. Sudamérica se recupera desde la totalidad, y eso hace que, por suerte, el mundo quede tan, tan cerca.