martes, 30 de marzo de 2010

La Edad de Oro reloaded

Contra lo que algunos creen, mi trabajo no es andar haciendo de troll K en los blogs gorilas, ni tampoco ganar un sueldo del Mossad para justificar nuestro sionismo peroncho en los blogs del palo. Como escribí en este blog, hace tiempos ya, soy uno de los 700 científicos repatriados durante esta época pingüina.

En el día de la fecha, para matizar la tarde entre mates y llenado de planillas varias, me puse a buscar en Scopus algunos datos sobre el país. Scopus es una base de datos más buscador de artículos científicos y patentes del mundo (www.scopus.com). Se me ocurrió ver qué pasaba con las publicaciones de científicos con radicación en Argentina en la revista científica más prestigiosa, Nature. Como mencioné en otro post, se trata de una publicación de primera línea, donde cualquier aspirante a Premio Nobel debe escribir alguna cosa. No cualquiera escribe ahí, ya que se requiere mucha originalidad científica. El artículo, antes de ser aceptado, pasa por una evaluación de otros profesionales del asunto. Normalmente es un proceso muy exhaustivo, justamente en razón del prestigio de la revista. En años recientes Nature abrió otras revistas, más focalizadas a áreas específicas.

Me encontré varias cosas interesantes:

1) la primera publicación es de 1896. Lamentablemente, no tengo el acceso para ver de què se trata ese artículo

2) la gran mayoría de los artículos tiene que ver con investigaciones en biología y medicina.

3) grafiqué el número de publicaciones vs el año. Surge de ahí que hay dos momentos álgidos: el de la época de oro 1956-1966 y ahora. Debemos recordar que un artículo suele ser publicado uno o dos años después de realizada la investigación correspondiente. Por eso, no es raro que haya un número significativo en 1967, luego del apagón de la Noche de los Bastones Largos, que justamente clausuró la Edad de Oro de la investigación científica en Argentina. En la última década aparece un aumento sobre la tendencia, digamos, a partir de 2005. El máximo se da en 2008, entre 2006 y 2009. El punto siguiente, 2010, obviamente no está cerrado. Como diríamos, que no decaiga! Pero es clarito, estamos en una nueva Edad de Oro. Otro poroto a favor del kirchnerismo.



Esto es, claro, un análisis muy simplista. Pero no viene mal recordar que Nature es la principal revista de ciencia en general, y suele tomarse como medida de la calidad de una investigación. O de la integración a las corrientes principales del Primer Mundo. O bien... los amigos que estudian estas cosas tienen cosas más interesantes para decir sobre esto que yo. Pero de cualquier manera, son épocas interesantes...

miércoles, 24 de marzo de 2010

El día en que volvimos...

a la Plaza. Volvimos a un acto del 24 de marzo después de algunos años de dispersión. La última vez había terminado mal, cuando le cortaron el sonido a las viejas y yo sentí que el mundo estaba al revés, que no podía ser que con tantas cosas que estaban cambiando en Argentina el espacio nacional y popular pareciera minoritario cuando era ese espacio el que desde el gobierno, daba lugar a que el cambio fuera posible. Así que no, preferí participar de otro tipo de actividades. No me interesaba ir a hacer número a una marcha que después les diera de comer a los medios gorilas. Pero esta vez, algo diferente había en el aire. Tal vez el hartazgo. El de los que están hartos de que TN los ningunee, que se organizaron en Facebook y fueron orgullosos con sus banderas y sus pancartas (impresionante el grupo 6,7,8 zona sur). El de los compañeros de CTA que se pudrieron de la pequeñez de horizontes de algunos dirigentes y marcharon bien adelante (estaban CTERA, CONADU y otros, pero ATE brilló por su ausencia). El de los jóvenes de la CGT, que se pasaron por el culo la mirada desconfiada/ horrorizada de mucha izquierda que habla en nombre de los obreros y no representa a ninguno, y llevaron una columna de la puta madre. El de todas las agrupaciones peronistas de diferentes lugares y organizaciones, que barrieron con la imagen de que la plaza del 24 de marzo es para los que putean al gobierno, y ocuparon cuadras y cuadras de Avenida de Mayo con una mística inigualable. El de los que andaban orgullosos con remeras y cartelitos de producción casera: “soy la mierda oficialista”, “no leo Clarín, no miro TN, no le creo a Carrió y sigo pensando que Cobos es un traidor”, “Clarín no miente, desestabiliza”.
Volví, marché y lloré. Lloré cuando vi a mi sobrino, que fue a su primera Plaza cuando tenía pocos días de vida, en brazos de su madre, porque habían volado la AMIA y estuvimos ahí, bajo esa lluvia de julio del 94 puteando a Méndez y a Corach. Hoy fue a su primera Plaza solo, con sus compañeros secundarios. Lloré cuando recorrí la Plaza, y sentí que habíamos vuelto a estar donde había que estar. Lloré cuando volví a la noche (nos fuimos un rato mientras la flaca columna opositora hacía su fugaz incursión por un terreno que les es ajeno, con el triste camioncito y el horrible megáfono con una mina que desafina consignas en formol), digo que lloré cuando volví y la escuché a Hebe. Tanto que la habré puteado por intransigente y por cortarse sola y ahora me hizo llorar. Hebe habla desde las entrañas y es imposible no creerle, no dejarse arrebatar por esa pasión y esa lucidez. Porque Hebe no es de las que volvió, es de las que siempre estuvo y con esa lúcida locura se peleó con todos y aguantó absolutamente todo. Estoy segura de que me quedan muchas ocasiones para volver a enojarme con ella, pero sus palabras de hoy fueron el cierre perfecto de un 24 de marzo en el que ser oficialista y llevar esa condición a la Plaza fue un placer y un honor.