domingo, 13 de septiembre de 2009

Todo concluye al fin



"El tren que llega es el mismo tren de partida" dice la canción. Lo único que tenía claro cuando abrí "El arte en cuestión" era que tenía ganas de escribir, de registrar y compartir algunas cosas. En principio lo iba a hacer con una amiga, iba a centrarse en problemas de la producción estética y de ahí salió el nombre, homenaje al libro de Noé y Zabala. Mi amiga nunca se animó a escribir, yo empecé a soltar la mano con las crónicas de Bolivia. Un día Vincent Vega me dijo que quería escribir y el espectro de temas se hizo más amplio aún. En este tiempo hablamos de todo lo que se nos ocurrió y de algunas producciones estamos orgullosos. Sin embargo, tengo desde hace tiempo la sensación de que sostener un blog que amerite ser leído y comentado requiere de algunas cosas de las que no disponemos: la más importante es el tiempo, para mantener el blog actualizado y para leer los blogs de otros, para interactuar, para escribir algo que aporte algo valioso entre tanta cosa que se publica en la blogósfera. En este momento ambos estamos concentrados en cosas que no son trasladables a este espacio. También creo, habría que armarse un personaje, se firme con seudónimo o nombre real. Uno lee los blogs más transitados y hay una entidad reconocible que los unifica. Se puede reconocer o imaginar a sus autores. Y eso tampoco nos sale: sea por la diversidad de temas que nos interesan, sea por esa maldita costumbre que nos ha quedado de tanto panfleto y plataforma y discurso que supimos escribir, se nos dan mejor las identidades colectivas. Por eso, esta es la última entrada de El arte en cuestión. Agradecemos a todos los que se tomaron la molestia de leer, comentar, seguirnos o agregarnos en el blogroll. Ha sido un placer.