El Vasco nos lo viene diciendo de hace mucho, que los ex-revolucionarios sobreactúan su conversión al sistema. A la hora de repasar la lista, hemos coincidido que primero en el podio están los compañeros ex-tupa. Que Mujica diga, vuelta y vuelta, alguna huevada al respecto del peronismo y Argentina, vaya y pase. Por esas razones extrañas del unitarismo argentino que hacen que nuestros hermanos de sangre sean otro país, suponemos que es debido a ese cierto gorilismo que campea en la izquierda charrúa. Los amamos igual, a pesar de sospechar que ellos no tanto.
Pero lo de Eleuterio es grave. Porque se trata de la violación a los DDHH en su propio país, del martirio de sus propios militantes, de su pueblo chico. Las razones que esgrime para renunciar son pueriles, de un republicanismo en el que ellos, los ex-tupa, no creen; y suponemos que ni los colorados y blancos más rancios creen tampoco.
No jodan, botijas, la derecha y los milicos no los van a perdonar nunca. No cometan ese error. Súmense con alegría al nuevo tiempo que vivimos. Como muchos orientales de a pie, los occidentales estamos muy felices de que puedan ajustar cuentas con el pasado, y con esos tantos hijos de puta. Que sepan que no habrá lugar seguro donde esconderse de sus fechorías. Menos que menos en las Provincias Unidas de Artigas y San Martín
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