miércoles, 6 de abril de 2011

Sobre la compra llave en mano de la línea G del subte

Reproducimos este pronunciamiento de integrantes de la Comisión de desarrollo Tecnológico de Carta Abierta, que se ha pronunciado sobre la compra llave en mano de la línea G de subterráneos, realizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El gobierno neoliberal de Macri sigue fiel a su principio de ser colonia



Comprar llave en mano


Hace pocas semanas, los medios publicaban la noticia de que el Ministro de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Néstor Grindetti, había firmado en China un contrato para la construcción de una nueva línea de subterráneos, la G, que deberá conectar Retiro con Villa del Parque. Esos medios se encargaban de explicar también que el contrato se firmaba bajo la modalidad llave en mano, decisión que había sido finalmente adoptada tras una serie de discusiones en el seno del gabinete porteño. Dentro del gabinete, los opositores a la propuesta de Grindetti estaban representados por la figura del Ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, quien argumentaba que la modalidad adoptada para el contrato no era la mejor puesto que suponía un monto total, para la obra terminada, mayor que el que podría licitar Subterráneos de Buenos Aires a través de diferentes empresas contratistas. La noticia, que revela por sí sola el carácter exiguo de la discusión ideológica del Gobierno de la Ciudad, exige algunas consideraciones.



La primera es que toda tecnología tiene partes, y que esa naturaleza esencialmente compuesta es ostensible en las tecnologías de escala industrial. Por esa misma razón, Jorge Sabato, acuñando una expresión que hizo carrera en el pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología, hablaba de abrir el paquete tecnológico. La expresión valía por tomar conciencia de la naturaleza compuesta de toda tecnología y de las variadas posibilidades que esa naturaleza ofrece al comprador para desarrollar estrategias propias a la hora de comprar. Se trataría, simplemente, de ejercer la soberanía natural que todo comprador, por el mero hecho de serlo, es capaz de ejercer. Aunque el grado de esa soberanía es variable, porque depende de ciertas capacidades adquiridas, es de notar que sólo estará obligado a comprar llave en mano –es decir, sin abrir el paquete tecnológico, en los términos de Sabato–, quien carezca absolutamente de conocimientos técnicos.



En definitiva, abre el paquete tecnológico quien puede, para comprar mejor, y esa apertura permite, entre otras cosas, hacer ingeniería inversa y reproducir tecnologías que otros han desarrollado. Los ejemplos asiáticos al respecto son bien visibles. Pero además, abre el paquete tecnológico quien posee unas capacidades locales bien diagnosticadas que podrán ser puestas a funcionar para reproducir aquella parte de la tecnología que no se comprará. Lo extraordinario es que una vez que eso ocurre por soberana decisión del comprador, aquellas capacidades se ven naturalmente enriquecidas, fatalmente acrecentadas. Una compra inteligente, en los términos de Sabato, puede suponer, por ejemplo, la necesaria apertura de una nueva especialidad en alguna universidad técnica, o el surgimiento de varias pequeñas y medianas empresas alrededor de la tecnología en cuestión.

Si un tecnología es una mercancía con valor de cambio, comprarla requiere un conocimiento estratégico sobre las condiciones de la negociación. Cuando esa compra se realiza desde el Estado, la estrategia equivale a utilizar convenientemente la herramienta soberana que llamamos poder de compra del Estado. Comprar llave en mano, en cambio, es renunciar a ejercer ese poder, es resignar una soberanía básica. Al plantear la discusión en meros términos economicistas –de qué modo puede reducirse el costo final de la obra–, el Gobierno de la Ciudad revela su penuria ideológica, o acaso conceptual, en materia de desarrollo tecnológico. Ignorar que cada compra tecnológica desde el Estado debe servir también para incrementar determinadas capacidades locales es condenarse a comprar indefinidamente. Hay que seguir la estrategia de Sabato, y liberarse un día de la necesidad de comprar tecnología por el incremento paulatino de nuestras capacidades.



Por último, es de notar que toda tecnología está integrada en función de un sistema socio-técnico. Toda tecnología reproduce, en definitiva, una lógica socio-técnica: los trenes de China, desarrollados en el seno de la sociedad china, no son iguales a los trenes de Francia, desarrollados en el seno de la sociedad francesa. Quien compra llave en mano renuncia, entre otras cosas, a adaptar a su lógica social la tecnología que compra, y queda preso entonces de la gestión de esa lógica por parte de quienes desarrollaron la tecnología. El transplante acrítico de modelos o tecnologías y la renuencia a ejercer soberanías operativas básicas son dos rasgos distintivos de la dependencia cultural.





Comisión de Desarrollo Tecnológico - Carta Abierta

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