Hace unos años se realizó en Brasil un plebiscito referido a modificaciones respecto a la tenencia de armas. La propuesta era bastante tímida, en el sentido de restringir levemente la portación y tenencia de armas. Los grupos derechistas usaron de todos los lugares del sentido común "Sólo los bandidos podrán tener armas", "El ciudadano tiene derecho a defenderse", "Nadie defiende los derechos humanos de los ciudadanos honestos", y todo el arsenal tipo Radio 10. El resultado fue una victoria aplastante en todos los estados en contra de esa propuesta. Nada cambió entonces, y el uso y abuso de armas continúan.
El número de homicidios anuales en Brasil es de alrededor de 50 mil, la mitad por motivos banales: peleas en el tránsito, conflictos familiares y con los vecinos. Súmese a esto la circulación de armamentos usados por el narcotráfico y las milicias, y ahí tenemos el caldo gordo para lo que sucedió hoy, en una escuela municipal en Rio de Janeiro: la primera matanza indiscriminada a bala en el vecino país. 9 niñas, un niño y el tirador muertos. El puntapié inicial?
Los noteros ya se lanzaron a buscar su carroña, mientras sobrevuelan las teorías más absurdas. Que si el ex-alumno tirador era musulmán, que si esto o lo otro. Lo que debiera estar en claro, por arriba de muchas cosas, es que si las armas están tan al alcance de cualquier loco, algo está muy mal. Y que si los conflictos se siguen resolviendo a los tiros, muchas otras cosas están extremadamente mal.
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