lunes, 28 de febrero de 2011
A desminar, a desminar
A pesar del Medio Oriente ser una de nuestras obsesiones, nos ocupan fundamentalmente las cosas que pasan en nuestro país y región. En general creemos que los compañeros de la blogosfera K la tienen bien clara o lo dicen mejor o antes que nosotros, por lo que solemos hacer mutis y leemos en silencio. Salvo cuando tenemos alguna cuestión de primera mano para comentar.
Este escribidor, en uso y abuso de sueldos, aguinaldos y tarjetas de crédito, hizo un viaje a la Patagonia Sur, a conocer lo que desconocía, y a re-conocer lo que alguna vez vio.
De lo primero, sin palabras, salvo recomendar que, antes de morir, hay que ir al Perito Moreno. Y subirse al glaciar, si es posible.
De lo segundo: Ushuaia y Río Gallegos están irreconocibles. Este escriba, cuando era un joven, conoció Ushuaia como un pueblito en 1985. Un lugar donde las gentes reclamaban del olvido de Buenos Aires, y se quejaban de la "pérdida de las islas del Beagle". Después de todo, hacía sólo 6 años que el Vaticano había impedido que los milicos argentinos cumplieran otro de sus deseos macabros ("lavarse las bolas en el Pacífico"). Ya la segunda vez que anduvo por ahí, a fines de los '90, se había hecho la conexión aérea con El Calafate, cosa que se caía de madura por la demanda del turismo. Esta vez, se veía que la infraestructura turística era de una calidad superior, y para todos los gustos (y casi todos los presupuestos). La contra: regiones que ahora ya no se pueden recorrer, por causa, justamente, del aluvión turístico.
Río Gallegos: de fines de la década pasada a ahora, una ciudad que creció al doble. Otra ciudad patagónica con más de 100 mil habitantes. Cantidades de recién llegados, dispuestos a romperse el alma para tener un futuro. Aprovechamos el paso por la ciudad para hacer una visita a un panteón pequeño, de color blanco, nada del otro mundo. Pero con los restos de quien fuera el que nos abrió las puertas para el futuro. Sabemos que nuestro Néstor no está ahí, pero pensamos que era importante ir.
El camino hacia Tierra del Fuego obliga a pasar por territorio chileno. A pesar de algunas mejoras, es un tanto incómodo tener que hacer trámites migratorios para ir de nuestro país a nuestro país. Y los carabineros no dejan de mostrar una cierta postura de especies de guardias suizos, mirando de arriba a quienes osamos hollar su sagrado suelo. Un tanto exagerado, ya que lo máximo que conseguiríamos es ir a Punta Arenas o Natales, y no mucho más. Pero, como decía Menahem Beguin, la policía es igual en todos lados. A los costados del camino vemos los avisos de campos minados; y los afiches en los puestos fronterizos, alertando sobre las minas antipersonales. Habrá algo más hijo de puta que sembrar minas antipersonales? cual habrá sido la mente brillante que pensó eso?
Este gobierno ha impulsado la integración con nuestros vecinos a niveles altísimos. Además de continuar con la apertura de pasos fronterizos y la mejora de caminos, ha invertido fuerte en uno de los pilares de este país: la inmigración. El plan Patria Grande, de facilitar la documentación a "los extranjeros de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino"; y, de esta manera, ayudar a combatir el abuso laboral y policial, y continuar el sueño de nuestros abuelos y bisabuelos, de hacer de ésta una tierra de promisión para hijos y nietos.
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