Eva Row escribió un post maravilloso, para variar, donde habla del portador sano de antisemitismo. Como creo que hay muchos con ese síndrome, y unos cuantos para los que ese antijudaísmo es su núcleo sicótico, voy a evitar por un ratito el tema de Gaza.
Supongamos que, una de las tantas veces en que China hace algo en el Tibet, ciudadanos indignados van a cascotear la embajada de China. Hasta ahí, todo normal. Luego, como el lenguaje de los pro-tibetanos empieza a bordear el racismo anti-chino, dirigentes locales de la colectividad china hacen algún tipo de declaración que no es totalmente del gusto de los pro-tibetanos. Como consecuencia, los pro-tibetanos van y le hacen escraches a los supermercados chinos, porque seguramente, algunos de ellos no están tan en contra de la política del gobierno chino. La titular del órgano de gobierno que debe velar por la concordia entre las colectividades y actuar contra el racismo sale a decir que, a pesar de repudiables, los actos anti-chinos son justificables por la política desastrosa del gobierno chino. Quedaría bastante claro que la responsable de ese sector está echando nafta al fuego, en vez de cumplir su tarea, que es la de prevenir un problema político serio al gobierno para el que trabaja. Tal vez, tratar de apaciguar los ánimos entre los involucrados.
Esta situación ya se repitió con otro figuretti que se cree bello, el cual, entre mirada y mirada al espejo, le creó un pequeño problema diplomático con Cuba a nuestro gobierno, con el asunto del refugio de Hilda Molina en la embajada nuestra en La Habana.
Me pregunto si esta doña figuretti, que vaya uno a saber cuáles pergaminos tenía para ocupar ese cargo, va a continuar creándole problemas al gobierno al que se debe. Pensar que por ahí pasó Zaffaroni, uno de los grandes del derecho argentino.
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