martes, 7 de diciembre de 2010

La vida es una moneda

El hombre andaba por la zona de 7 y 48: la vereda del Jockey, la de Humanidades, la esquina del Banco Nación. A veces se mudaba a 7 y 53 y caminaba delante de la Cámara de Diputados. Flaco, de edad indefinible, con ropa y zapatos rotos y una forma de moverse particular, mezcla de nervios con postura encorvada. La demanda era siempre la misma: "¿No tenés veinte centavos tía?".
Pasaron los años. Esta mañana yo estaba en el gimnasio. Después del elíptico fui a servirme agua. Y escuché una voz familiar que me preguntaba si le podía dar un vaso de agua. Era él. Sigue siendo flaco y de edad indefinible. Pero ahora anda erguido y viste ropa de grafa. Sencilla, pero no más rota. Porque ese señor que antes pedía, ahora tiene trabajo. Antes de irme pude apreciar el cuidado con el que cambiaba los goznes de una puerta. Lo que se dice un momento 100% kirchnerista.