Mino Carta, el fundador y director de aquella maravillosa revista brasileña, llamada Carta Capital, la única que vale la pena leer, hace su editorial sobre el asunto de las cuentas en Suiza, escondidas por el HSBC, y de cómo se ha tratado el tema en Brasil.
En una parte de su editorial dice "Machuca, soletram constrangidos, que a Argentina mais uma vez mostre a qualidade da sua democracia na comparação com a nossa incipiente, ao investigar seus sonegadores, com a colaboração de Hervé Falciani, revelador do escândalo, entrevistado páginas adiante e pronto a colaborar também com o Brasil.
Pois é, a Argentina... Somos também o país onde os torturadores não são punidos, os ditadores tornam-se nome de ponte e rodovia, e uma comissão dita da verdade, com V pateticamente grande, cuida de preservar uma Lei da Anistia imposta pela ditadura. Meus botões confessam a dúvida: talvez sejamos o que merecemos.".
Traducido: "Duele, silabean avergonzados, que Argentina una vez más muestra la calidad de su democracia en la comparación con la nuestra incipiente, al investigar sus evasores, con la colaboración de Hervé Falciani, revelador del escándalo, entrevistado páginas adelante y dispuesto a colaborar también con Brasil.
Si, Argentina... Somos también el país donde los torturadores no son castigados, los dictadores se tornan nombre de puente y autopista, y una comisión que se dice de la verdad, con V patéticamente grande, cuida de preservar una Ley de Amnistía impuesta por la dictadura. Mis botones confiesan la duda: tal vez seamos lo que merecemos.".
1 comentario:
No debemos asombrarnos demasiado que ese reconocimiento sea recóndito, escondido, nulamente comentado, acerca de NUESTRAS actitudes y logros democráticos.
Si te ponés a analizar el vergonzoso y sesgado comportamiento de una enorme proporción de los medios hegemónicos a nivel mundial, los que mayor influencia tienen sobre los lectores-escuchas-televidentes promedio en medio planeta, Argentina es una especie de oveja negra. Siempre nos refregaron en la jeta, hasta no hace mucho al menos, a los pactos de la Moncloa, a la concertación partidaria de Chile y a tantas otras mentiras y componendas con tremenda publicidad para engrupir a los giles de que "eso" era la democracia propia de los "paises serios". Y resulta que son tremendas mentiras. Y nada más. Sirven para dominar. Para que los que están abajo, permanezcan así.
El tan envidiado estado de bienestar de los europeos con el que tanto se pavonearon, lo obtuvieron después que el plan Marshall y el cagazo de que el comunismo se metiera en Europa occidental lograran reconstruir y humanizar a ese viejo continente. Hace años que desde la periferia hacia adentro se les está evaporando. Parece que ya no es tan necesario. Y justamente cuando allá se les empieza a mover la estantería, por estos pagos surgen un par de loquitos del sur, un virola y una shegua y se les dá por hacer todo a contrapelo.
Y hacen mierda las leyes de punto final y de obediencia debida, ordenan descolgar los cuadros de un par de turros asesinos, se enfrentan con medio mundo para salir de un dafault ajeno y consiguen abrir las esposas que nos inmovilizaban, entre mil cosas más.
Son tantas las cosas de las que debemos enorgullecernos, tantas. Sin embargo, aún necesitamos encontrar reconocimiento en algún testimonio "de afuera".
Pensalo bien: Es la primera vez en toda nuestra mentirosa historia en que ha habido voluntad política para reencontrarnos con nuestra casi perdida soberanía. La segunda vez en que los números van cerrando CON LA GENTE ADENTRO, además de enorgullecernos por haber incorporado a nuestras vidas diarias un montón de derechos que valorizan nuestras existencias.
Un abrazo
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