viernes, 31 de diciembre de 2010
La fe que enciende las hogueras
Allá vamos. Al 2011, a la profundización del modelo, a hacer crecer lo mejor del kirchnerismo. Hasta la victoria siempre Néstor.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
El pejotismo, enfermedad infantil del peronismo
Una regla de oro para hacer política dentro del movimiento peronista es proclamar que lo que uno hace es el auténtico peronismo, y que los otros son los traidores. Esto fue siempre así, y así lo explicaron Cafiero, cuando se enfrentó a Herminio en el '85; y a su vez Herminio, cuando dijo que lo iba a tener que aguantar dentro del peronismo, no del Partido Justicialista.
Desde la muerte de Néstor hemos visto un recrudecimiento de una actitud nefasta, que es la de bancar acríticamente lo que haga cualquiera que se autodenomine peronista. En particular, de aquellos que llamamos peronistas ortodoxos, por no decir conservadores. Como si esta actitud fuera a ayudar a la construcción del proyecto nacional y popular.
No vamos a descubrir la pólvora diciendo que el peronismo es un movimiento, no un partido. No existe, por lo tanto, una doctrina. Ni siquiera lo sustentan las 20 Verdades. Desde su mismo nacimiento, el peronismo es una mezcla fabulosa de sectores conservadores y progresistas. En su origen se mezclaron, pero no revolvieron, caudillos conservas provinciales, fachos del catolicismo preconciliar, sindicalistas del laborismo, radicales yrigoyenistas y socialistas y comunistas populistas. Fue esa mezcla que le dio su impronta original y revolucionaria. Estos sectores progresistas no lo han sido en el sentido despectivo que se le da hoy, sino en el del pensamiento nacional y popular. Estamos hablando de Jauretche, Scalabrini, Savio, Mercante, Borlenghi. Son ellos, junto a Evita los que le dan al peronismo su carácter revolucionario. Ninguno de ellos se confundió de adónde tenían que apuntar, ni con quienes eran los enemigos del proyecto. Evita los definió muy bien: "los gorilas de dentro". Aquellos que, definiéndose como peronistas, esterilizaban al movimiento nacional y popular y lo hacían conservador.
El primer período peronista pare dos hijos pródigos: el movimiento obrero peronista, y la izquierda peronista. Ambos maduran y crecen, al punto de llegar a disputarle al propio Perón la orientación del movimiento. Vandor propone, en los '60s, un "peronismo sin Perón". La izquierda peronista propone a Perón como "filósofo de América", ante el proceso electoral del '73. Ambos tienen cruces sangrientos con la ortodoxia. Ambos son obligados a tragarse sapos y muertos. Ambos aprenden que hay que esconder esas heridas. El movimiento obrero no se olvida del asesinato de Vandor, pero prefiere hablar en voz alta de Rucci. La izquierda peronista prefiere olvidarse de Almirón, López Rega e Isabel, y masculla en voz baja sobre la expulsión/ida de la Plaza. Todo el peronismo sabe que "no hay que sacar los pies del plato", como recomendó Perón. Que en épocas de auge, hay que quedarse cerquita de quien tiene la manija, y esperar el turno para manotear algo. Todos los dirigentes saben que la traición está a la vuelta de la esquina. Y que no hay nada malo en eso. Es la regla del juego.
Los dirigentes peronistas ortodoxos, que hasta el 27 de octubre a la mañana estaban conspirando para imponer Scioli 2011, tuvieron que comerse la reacción popular que dejó bien en claro que lo que queremos es continuar el proyecto nacional y popular llevado a cabo por Néstor y Cristina. Todos ellos se alinearon, particularmente cuando vieron que las encuestas le daban mejor a Cristina que al Manco.
Por eso no entendemos la sobreactuación pejotista de algunos compañeros, tratando de hacernos creer que el carnet apolillado del PJ es lo que atrae a los miles de pibes que hace dos meses fueron a decirle adiós a Néstor.
Estos muchachitos son kirchneristas. Algunos hasta extienden su simpatía al peronismo en general. Pero seguramente que se reirían bastante con las 20 Verdades. Son el siglo XXI. Son derechohumanosos, usan remeras del Che, están a favor de la despenalización del consumo, de los derechos de las minorías, son antiyuta y antimilico. Poquito en común con el ortodoxo peronista.
Muchos de nosotros bancamos a este proyecto en la calle, en el laburo, en nuestro barrio. Particularmente en las malas. En las calles, contra los ruralistas, éramos poquitos. PJs había muy pocos. Muchos capitostes y no tanto criticaban a Cristina por "pelearse con todos", y no "darle un poco a todos". Miraban para otro lado con los golpistas haciendo la pata ancha. Por eso, que vengan algunos a blandirnos el carnet en la cara, y a llamarnos oportunistas y progresistas nos da bastante por las bolas. Cuando descubran, nuevamente, que Insfrán, Verna y los otros no son kirchneristas, y que estemos volviendo a los '90 en Menemóvil, va a ser tarde.
Menos mal, Cristina sabe muy bien de qué se trata el juego. Y sabe leer la realidad con enorme lucidez. Como también lo han sabido Mario Secco, el Barba Gutiérrez, Martín Sabatella. Embarrándose sin perder las convicciones, o dejarlas en la puerta de la casa de gobierno.
Progresismo Nacional y Popular, como entendemos.
Desde la muerte de Néstor hemos visto un recrudecimiento de una actitud nefasta, que es la de bancar acríticamente lo que haga cualquiera que se autodenomine peronista. En particular, de aquellos que llamamos peronistas ortodoxos, por no decir conservadores. Como si esta actitud fuera a ayudar a la construcción del proyecto nacional y popular.
No vamos a descubrir la pólvora diciendo que el peronismo es un movimiento, no un partido. No existe, por lo tanto, una doctrina. Ni siquiera lo sustentan las 20 Verdades. Desde su mismo nacimiento, el peronismo es una mezcla fabulosa de sectores conservadores y progresistas. En su origen se mezclaron, pero no revolvieron, caudillos conservas provinciales, fachos del catolicismo preconciliar, sindicalistas del laborismo, radicales yrigoyenistas y socialistas y comunistas populistas. Fue esa mezcla que le dio su impronta original y revolucionaria. Estos sectores progresistas no lo han sido en el sentido despectivo que se le da hoy, sino en el del pensamiento nacional y popular. Estamos hablando de Jauretche, Scalabrini, Savio, Mercante, Borlenghi. Son ellos, junto a Evita los que le dan al peronismo su carácter revolucionario. Ninguno de ellos se confundió de adónde tenían que apuntar, ni con quienes eran los enemigos del proyecto. Evita los definió muy bien: "los gorilas de dentro". Aquellos que, definiéndose como peronistas, esterilizaban al movimiento nacional y popular y lo hacían conservador.
El primer período peronista pare dos hijos pródigos: el movimiento obrero peronista, y la izquierda peronista. Ambos maduran y crecen, al punto de llegar a disputarle al propio Perón la orientación del movimiento. Vandor propone, en los '60s, un "peronismo sin Perón". La izquierda peronista propone a Perón como "filósofo de América", ante el proceso electoral del '73. Ambos tienen cruces sangrientos con la ortodoxia. Ambos son obligados a tragarse sapos y muertos. Ambos aprenden que hay que esconder esas heridas. El movimiento obrero no se olvida del asesinato de Vandor, pero prefiere hablar en voz alta de Rucci. La izquierda peronista prefiere olvidarse de Almirón, López Rega e Isabel, y masculla en voz baja sobre la expulsión/ida de la Plaza. Todo el peronismo sabe que "no hay que sacar los pies del plato", como recomendó Perón. Que en épocas de auge, hay que quedarse cerquita de quien tiene la manija, y esperar el turno para manotear algo. Todos los dirigentes saben que la traición está a la vuelta de la esquina. Y que no hay nada malo en eso. Es la regla del juego.
Los dirigentes peronistas ortodoxos, que hasta el 27 de octubre a la mañana estaban conspirando para imponer Scioli 2011, tuvieron que comerse la reacción popular que dejó bien en claro que lo que queremos es continuar el proyecto nacional y popular llevado a cabo por Néstor y Cristina. Todos ellos se alinearon, particularmente cuando vieron que las encuestas le daban mejor a Cristina que al Manco.
Por eso no entendemos la sobreactuación pejotista de algunos compañeros, tratando de hacernos creer que el carnet apolillado del PJ es lo que atrae a los miles de pibes que hace dos meses fueron a decirle adiós a Néstor.
Estos muchachitos son kirchneristas. Algunos hasta extienden su simpatía al peronismo en general. Pero seguramente que se reirían bastante con las 20 Verdades. Son el siglo XXI. Son derechohumanosos, usan remeras del Che, están a favor de la despenalización del consumo, de los derechos de las minorías, son antiyuta y antimilico. Poquito en común con el ortodoxo peronista.
Muchos de nosotros bancamos a este proyecto en la calle, en el laburo, en nuestro barrio. Particularmente en las malas. En las calles, contra los ruralistas, éramos poquitos. PJs había muy pocos. Muchos capitostes y no tanto criticaban a Cristina por "pelearse con todos", y no "darle un poco a todos". Miraban para otro lado con los golpistas haciendo la pata ancha. Por eso, que vengan algunos a blandirnos el carnet en la cara, y a llamarnos oportunistas y progresistas nos da bastante por las bolas. Cuando descubran, nuevamente, que Insfrán, Verna y los otros no son kirchneristas, y que estemos volviendo a los '90 en Menemóvil, va a ser tarde.
Menos mal, Cristina sabe muy bien de qué se trata el juego. Y sabe leer la realidad con enorme lucidez. Como también lo han sabido Mario Secco, el Barba Gutiérrez, Martín Sabatella. Embarrándose sin perder las convicciones, o dejarlas en la puerta de la casa de gobierno.
Progresismo Nacional y Popular, como entendemos.
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martes, 28 de diciembre de 2010
A mover el culo
A mis compañeros del Centro Cultural Oesterheld.
Movilizados. Así nos deja este 2010, así vamos a transitar el 2011. Así nos encontró la calle hace dos meses, cuando Néstor se murió y lo despedimos de la forma que un compañero merece: poniendo el cuerpo hasta el final, como supo hacer él.
Pero el 2010, además del año en que perdimos a Néstor, fue el año en que definitivamente transformamos la marcha en baile. Ese paso, a veces rabioso y a veces cansino, con el que caminamos tantos años empezó a ser otra cosa. Porque mirá que pisamos la calle, y gritamos y saltamos tanto tiempo. Lo hicimos en las Marchas Federales de los 90, y cuando gobernaba la Alianza. Y en el 2001 nos paramos en calles y rutas, y después tuvimos que correr para que no nos tocaran las balas ni los gases. En el 2002 fuimos muchos los que gastamos varias suelas de tanto marchar. Paso a paso sobre el puente Avellaneda bajo la lluvia infinita, después de los asesinatos de Darío y Maxi. Recuerdo haber marchado dos veces en un mismo día para repudiar las misiones del FMI.
El 25 de mayo de 2003 mis pies se detuvieron en Plaza Congreso para escuchar al hombre a quien- desesperanzadamente- había votado para Presidente. Pero éramos pocos, sueltos. Cuando llegó el 24 de marzo de 2004 fuimos más, y nos mecimos tímidamente, sorprendidos por el Himno de Charly en el acto de creación del Espacio para la Memoria en la ESMA. Ese día empezó una dinámica de actos y fiestas a la que no estábamos acostumbrados, y el siguiente 25 de mayo nos encontramos con la celebración, algo ausente de las calles por décadas. Hasta ahí, la asociación de “calle” y “fecha patria” me traía el lejano recuerdo de los desfiles militares. Aquel 25 empezó a recortarse el pueblo, que fue a la Plaza y recuperó la Marcha de San Lorenzo cantándola a los gritos mientras tocaba la banda de los Granaderos.
Sin embargo, aún no salíamos de la dispersión. Lo hicimos a la fuerza en el 2008, porque la embestida oligárquica vestida de campo nos hizo entender que nuestra lucha era la más elemental: la necesaria para la supervivencia de un proyecto en que se jugaba nuestra posibilidad de ser felices (porque siempre lo supimos, nuestra felicidad no se juega en términos individuales). Y otra vez pisar la calle fue una cuestión de aguante, de demostrar que éramos más, que esta vez no nos iban a atropellar, que estábamos dispuestos a bancar días y días de marcha, pero que no daríamos ni un paso atrás. En esos días nos empezamos a sorprender con el encuentro de quienes no hubiéramos podido imaginar con nosotros, porque creíamos que no les interesaba o porque habíamos caminado callejones tan distintos. Pero lo más sorprendente fueron los desconocidos. Y claro, no había manera de tenerlos vistos de antes porque eran pendejos. Muchos. Muchísimos.
En las celebraciones del Bicentenario estuvieron nuestros pies, curtidos de marchar, y estuvieron los de los pibes. Pero también hubo millones de otros, de ese pueblo que hace años era un interrogante, más un “¿el pueblo dónde está?” que un “si este no es el pueblo” Bueno, acá estaba. Y estaba bailando. Como bailó Cristina desde el palco. Como bailamos tantos detrás de la última plataforma del desfile de Fuerza Bruta, desde la que sonaban clásicos del rock nacional de los 90.
Néstor y Cristina devolvieron la dignidad a la Patria, la esperanza al Pueblo y la alegría a esos que caminamos, corremos, marchamos, saltamos, bailamos haciendo política. Seguramente el 2011 será demandante: más que nunca habrá que ocupar la calle para llevar a Cristina a un nuevo mandato. Claro que ahora, además de aguante, tenemos algo que ellos nunca tendrán: orgullo, fervor, alegría y sobre todo, ritmo!!!
Feliz 2011, con Cristina Presidenta y Néstor en nuestros corazones y nuestros pies.
Movilizados. Así nos deja este 2010, así vamos a transitar el 2011. Así nos encontró la calle hace dos meses, cuando Néstor se murió y lo despedimos de la forma que un compañero merece: poniendo el cuerpo hasta el final, como supo hacer él.
Pero el 2010, además del año en que perdimos a Néstor, fue el año en que definitivamente transformamos la marcha en baile. Ese paso, a veces rabioso y a veces cansino, con el que caminamos tantos años empezó a ser otra cosa. Porque mirá que pisamos la calle, y gritamos y saltamos tanto tiempo. Lo hicimos en las Marchas Federales de los 90, y cuando gobernaba la Alianza. Y en el 2001 nos paramos en calles y rutas, y después tuvimos que correr para que no nos tocaran las balas ni los gases. En el 2002 fuimos muchos los que gastamos varias suelas de tanto marchar. Paso a paso sobre el puente Avellaneda bajo la lluvia infinita, después de los asesinatos de Darío y Maxi. Recuerdo haber marchado dos veces en un mismo día para repudiar las misiones del FMI.
El 25 de mayo de 2003 mis pies se detuvieron en Plaza Congreso para escuchar al hombre a quien- desesperanzadamente- había votado para Presidente. Pero éramos pocos, sueltos. Cuando llegó el 24 de marzo de 2004 fuimos más, y nos mecimos tímidamente, sorprendidos por el Himno de Charly en el acto de creación del Espacio para la Memoria en la ESMA. Ese día empezó una dinámica de actos y fiestas a la que no estábamos acostumbrados, y el siguiente 25 de mayo nos encontramos con la celebración, algo ausente de las calles por décadas. Hasta ahí, la asociación de “calle” y “fecha patria” me traía el lejano recuerdo de los desfiles militares. Aquel 25 empezó a recortarse el pueblo, que fue a la Plaza y recuperó la Marcha de San Lorenzo cantándola a los gritos mientras tocaba la banda de los Granaderos.
Sin embargo, aún no salíamos de la dispersión. Lo hicimos a la fuerza en el 2008, porque la embestida oligárquica vestida de campo nos hizo entender que nuestra lucha era la más elemental: la necesaria para la supervivencia de un proyecto en que se jugaba nuestra posibilidad de ser felices (porque siempre lo supimos, nuestra felicidad no se juega en términos individuales). Y otra vez pisar la calle fue una cuestión de aguante, de demostrar que éramos más, que esta vez no nos iban a atropellar, que estábamos dispuestos a bancar días y días de marcha, pero que no daríamos ni un paso atrás. En esos días nos empezamos a sorprender con el encuentro de quienes no hubiéramos podido imaginar con nosotros, porque creíamos que no les interesaba o porque habíamos caminado callejones tan distintos. Pero lo más sorprendente fueron los desconocidos. Y claro, no había manera de tenerlos vistos de antes porque eran pendejos. Muchos. Muchísimos.
En las celebraciones del Bicentenario estuvieron nuestros pies, curtidos de marchar, y estuvieron los de los pibes. Pero también hubo millones de otros, de ese pueblo que hace años era un interrogante, más un “¿el pueblo dónde está?” que un “si este no es el pueblo” Bueno, acá estaba. Y estaba bailando. Como bailó Cristina desde el palco. Como bailamos tantos detrás de la última plataforma del desfile de Fuerza Bruta, desde la que sonaban clásicos del rock nacional de los 90.
Néstor y Cristina devolvieron la dignidad a la Patria, la esperanza al Pueblo y la alegría a esos que caminamos, corremos, marchamos, saltamos, bailamos haciendo política. Seguramente el 2011 será demandante: más que nunca habrá que ocupar la calle para llevar a Cristina a un nuevo mandato. Claro que ahora, además de aguante, tenemos algo que ellos nunca tendrán: orgullo, fervor, alegría y sobre todo, ritmo!!!
Feliz 2011, con Cristina Presidenta y Néstor en nuestros corazones y nuestros pies.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Videla el malentendido
Hemos insistido mucho en este blog con la responsabilidad de los civiles en la última dictadura militar. Creemos que parte de la crispación de algunos sectores con el kirchnerismo viene de ver que las últimas barreras de impunidad se han ido cayendo, y que no sólo milicos que se "excedieron" y sus jefes fueron en cana, sino que empiezan a ser procesados aquellos que nunca imaginaron que un día iban a tener que rendir cuentas. Probablemente, la prisión de Martínez de Hoz les haya pegado más que la cualquiera de los milicos de los grupos de tareas; no sólo por la importancia del personaje, sino porque uno de los ideólogos del plan de hambre y muerte del '76 tenía que responder preguntas molestas, y con la amenaza de la cárcel rondando por cerca. Como cualquier hijo de vecino.
Resulta que médicos policiales, capellanes, jueces y fiscales de aquellas épocas tienen hoy motivos para preocuparse.
Por eso no estamos de acuerdo con las palabras de Hebe, no debieran coserle la boca a Videla, sino ponerle un micrófono y que siga contando. Lo que dijo de Balbín no es nada inverosímil. Él inventó lo de la "guerrilla industrial", para referirse al movimiento obrero antiburocrático. Después de todo, la UCR colaboró con la dictadura poniendo funcionarios civiles. Suponemos que no fue el alfonsinismo, pero sí no cabe duda que aquellos sectores identificados con la "Línea Nacional" le dieron una buena mano. A pesar de algún desliz de la dictadura (Caso Hidalgo Solá), este sector ultragorila bancó siempre a los milicos.
Hace unos cuantos años, Videla se quejó de ser un incomprendido, y que no entendía por qué ahora estaban en contra, cuando fueron sectores civiles los que les pidieron el golpe a las fuerzas armadas. Como dijo algo referente a que estos sectores le "debían" a las fuerzas armadas, la prensa enseguida interpretó, con mala leche, que este dictador "quería cobrar" por lo hecho. Suponemos que algunos medios se apuraron a tirarle tierra encima para que no siguiera hablando y diciendo cosas inconvenientes.
Resulta que médicos policiales, capellanes, jueces y fiscales de aquellas épocas tienen hoy motivos para preocuparse.
Por eso no estamos de acuerdo con las palabras de Hebe, no debieran coserle la boca a Videla, sino ponerle un micrófono y que siga contando. Lo que dijo de Balbín no es nada inverosímil. Él inventó lo de la "guerrilla industrial", para referirse al movimiento obrero antiburocrático. Después de todo, la UCR colaboró con la dictadura poniendo funcionarios civiles. Suponemos que no fue el alfonsinismo, pero sí no cabe duda que aquellos sectores identificados con la "Línea Nacional" le dieron una buena mano. A pesar de algún desliz de la dictadura (Caso Hidalgo Solá), este sector ultragorila bancó siempre a los milicos.
Hace unos cuantos años, Videla se quejó de ser un incomprendido, y que no entendía por qué ahora estaban en contra, cuando fueron sectores civiles los que les pidieron el golpe a las fuerzas armadas. Como dijo algo referente a que estos sectores le "debían" a las fuerzas armadas, la prensa enseguida interpretó, con mala leche, que este dictador "quería cobrar" por lo hecho. Suponemos que algunos medios se apuraron a tirarle tierra encima para que no siguiera hablando y diciendo cosas inconvenientes.
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lunes, 20 de diciembre de 2010
Macri: se viene el agua?
Tenemos la impresión que Macri viene naufragando mal, y que sólo la falta de un candidato fuerte de la oposición evita que la caída sea más estrepitosa. El tipo viene apelando a todas las payasadas habidas y por haber, y al enano fascista que supimos conseguir. Tan mal no le va, de todas maneras, visto que todavía tiene chances de ser reelecto.
Hoy aparece publicada la noticia del suicidio de uno de sus "cajeros", que, por todo lo que parece, está(ba) hasta las manos. Antes metiendo la mano en la lata, en estos días involucrado en la causa judicial.
La Nación tiene el pudor suficiente para no habilitar los comentarios en esa nota. Làstima que no lo hizo cuando Néstor se nos fue.
Hoy aparece publicada la noticia del suicidio de uno de sus "cajeros", que, por todo lo que parece, está(ba) hasta las manos. Antes metiendo la mano en la lata, en estos días involucrado en la causa judicial.
La Nación tiene el pudor suficiente para no habilitar los comentarios en esa nota. Làstima que no lo hizo cuando Néstor se nos fue.
martes, 7 de diciembre de 2010
La vida es una moneda
El hombre andaba por la zona de 7 y 48: la vereda del Jockey, la de Humanidades, la esquina del Banco Nación. A veces se mudaba a 7 y 53 y caminaba delante de la Cámara de Diputados. Flaco, de edad indefinible, con ropa y zapatos rotos y una forma de moverse particular, mezcla de nervios con postura encorvada. La demanda era siempre la misma: "¿No tenés veinte centavos tía?".
Pasaron los años. Esta mañana yo estaba en el gimnasio. Después del elíptico fui a servirme agua. Y escuché una voz familiar que me preguntaba si le podía dar un vaso de agua. Era él. Sigue siendo flaco y de edad indefinible. Pero ahora anda erguido y viste ropa de grafa. Sencilla, pero no más rota. Porque ese señor que antes pedía, ahora tiene trabajo. Antes de irme pude apreciar el cuidado con el que cambiaba los goznes de una puerta. Lo que se dice un momento 100% kirchnerista.
Pasaron los años. Esta mañana yo estaba en el gimnasio. Después del elíptico fui a servirme agua. Y escuché una voz familiar que me preguntaba si le podía dar un vaso de agua. Era él. Sigue siendo flaco y de edad indefinible. Pero ahora anda erguido y viste ropa de grafa. Sencilla, pero no más rota. Porque ese señor que antes pedía, ahora tiene trabajo. Antes de irme pude apreciar el cuidado con el que cambiaba los goznes de una puerta. Lo que se dice un momento 100% kirchnerista.
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