A veces usamos el apotegma en sentido triunfalista, otras veces necesitamos recordarlo para entender cómo se barajan las cartas de la política actual.
En esta foto Richard Nixon, el entonces presidente de EEUU, intenta comer con palitos junto a Mao Zedong (o Tsé Tung, como se decía antes). China se escribe 中国, que más o menos significa "país del centro". Del centro del mundo. O sea ...
Ciertamente estamos estableciendo una relación con una potencia económica emergente, a la cual no tenemos mucho más que ofrecerle que productos agrícolas o minerales, con algún procesamiento en el mejor de los casos. Claramente, no es una relación de igual a igual, o de casi iguales, como ha sido con Brasil hasta ahora. El acuerdo con China trae riesgos, uno de ellos el de repetir el esquema de Granero del Mundo (o de Frigorífico de Inglaterra) que tuvimos con Inglaterra hace 100 años. La lógica de base no parece ser demasiado diferente. Estará en la habilidad de los que delineen la sintonía fina de las políticas industriales en Argentina que esta relación no sea demasiado perjudicial para el desarrollo autónomo.
Este gobierno eligió el camino de la integración al mundo globalizado, defendiendo una porción de autonomía para el desarrollo interno, orientado básicamente a la satisfacción de las necesidades populares. De aquellas más urgentes como el hambre, a otras menos acuciantes, como el aire acondicionado y el auto. Por la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Patria, en ese orden, como decía el Vasco.
En este camino negoció con habilidad y patriotismo inéditos acuerdos para el pago de la deuda completa, como la única posibilidad existente. Estamos pagando deudas refinanciadas a su vez de negociados de deudas defaulteadas de la Dictadura, el alfonsinismo y el neoliberalismo. Todo junto. No había posibilidad de hacer otra cosa. Lo justo era revisarla y depurarla de las deudas falsas que nos fueron metidas de contrabando en la estatización de las deudas privadas hechas por Cavallo y Melconián, en 1982. Podemos leer sobre la génesis de esto en el brillante libro de Alejandro Olmos, "Todo lo que Ud quería saber sobre la deuda externa, y no le quisieron contar". Pero lamentablemente ya es historia. Podemos hasta continuar con el Juicio de la Deuda, pero está claro que para seguir en el camino del desarrollo no cabía otra que renegociar el conjunto, sin revisar. A pesar de esto, fue posible hacerlo en términos pagables, ya que no justos. Pero aún así, parte del mundo financiero sigue obcecado en darnos un correctivo. Y para esto hasta han ido en contra de los intereses de los estados del Primer Mundo. Y se ha visto que no les hace mella poner en riesgo al propio sistema financiero.
Claramente, tanto por impotencia como por cuestiones internas al imperialismo, el gobierno de EEUU no se movió para darle una mano a un gobierno que ha mostrado en varias ocasiones que no desea ser un paria del sistema, y ha mostrado más que voluntad en arreglar dentro de las reglas de juego del capitalismo. No es eso otra cosa que la quintaesencia del pensamiento económico peronista más tradicional.
Pero ciertamente que los embates con los fondos buitre dejan en una posición frágil a la Argentina frente a otros buitres, los internos. Para esto, los acuerdos con China y Rusia son de fundamental importancia. Arreglar con los malos de la otra cuadra, para que el de ésta no nos siga "cobrando peaje". Por ahora funciona, no hay más que ver a los cipayos del imperialismo quejarse o minimizar el acuerdo. Son las viudas del dólar.
Los acuerdos rigen sobre el comercio ya existente: la soja, las carnes, minerales. Los chinos van a continuar financiando las obras de infraestructura necesarias para la extracción y exportación de los productos primarios. Por eso las inversiones en el transporte de cargas. Vendrán también a tomar su parte en Vaca Muerta, como se ha hecho con Chevron. Fue una buena maniobra haber conseguido financiación para la construcción de una cuarta central nuclear, que aprovechará el conocimiento obtenido por los especialistas argentinos cuando la construcción de Atucha II. Una central nuclear es obra que es extraordinariamente cara, ahora tendrá financiación china, lo que permitirá que en un lapso corto de tiempo ahorremos divisas sustanciales, que hoy día estamos tirando a la marchanta con la importación de combustibles para la generación térmica. Esta sustitución de importaciones es multimillonaria en dólares, y ciertamente traerá alivio a las cuentas nacionales en el futuro.
Australia, hace ya décadas, miraba a su vecino crecer y se preparaba para eso. Hoy les vende minerales y servicios educativos. De alguna forma negociaron mejor su entrada en el espacio económico chino. Es deseable que los futuros gobiernos de nuestro país tengan la misma mirada larga que tiene Cristina, y nos mantengan en esta línea de crecimiento con inclusión.